En los últimos años creció de forma exponencial el uso del cannabis medicinal como forma de sanear graves enfermedades en pacientes donde la medicina tradicional no encontró respuestas. María Eugenia Sar decidió hace unos años comenzar con su propio cultivo para aliviar la enfermedad de su nieto que fue diagnosticado con Síndrome de Tourette. En vivo contó su experiencia para Cadena Oh!.
Joaquín Navarro tiene siete años. Vive en Las Grutas, Río Negro. A los cinco fue diagnosticado con Síndrome de Tourette (un trastorno de tics motores). Los medicamentos que le recetaron originalmente degradaron en pocos meses su calidad de vida a niveles desesperantes. Entonces su familia probó con aceite de cannabis, quienes empezaron a cultivarlo en su casa y a fabricar de manera artesanal el aceite.
“Un día vi en un noticiero que una mamá le daba resina cannabis a su hijo con epilepsia y dejaba de dar convulsiones, entonces pensé implementarlo en Joaquín. Insistí en la familia, mi hija me siguió, el abuelo de Joaquín, mi ex marido, es médico pero me costó bastante convencerlo, pero él no daba pie con bola”, explicó María Eugenia Sar para Cadena Oh!.
“Un día decidimos probar pero fue difícil porque era marihuana, pero después me di cuenta que la droga era la que había comprado en la farmacia y la marihuana era la medicina. Al poco tiempo Joaquín dejó de tener movimientos involuntarios”, contó María Eugenia, quien además agregó que luego de que su nieto comience a consumir el aceite de cannabis, este logró conciliar el sueño, ya que anteriormente dormía tan sólo unas cinco horas por día, cuando lo habitual para un niño de su edad ronda los diez.
Como en tantos otros casos de niños con diferentes enfermedades, el efecto favorable que produjo la planta de cannabis en la calidad de vida de Joaquín fue inmediato. Su abuela manifestó que al ver los resultados, comenzó a cultivar en su casa y a realizar distintos cursos y talleres: “descubrí un universo paralelo que es el mundo del cannabis, una comunidad grande, amorosa y solidaria”.
“Una abogada dijo que iba a ir en cana 14 años, porque tener 200 gramos de flores de cannabis es como tener 200 gramos de cocaína para la ley, están puestas en el mismo nivel. Entonces empecé a tener miedo a la policía, por lo que pregunté a las madres que cultivan cómo hacían para exponerse de esa manera y me contestaron que la única protección que tenían era la mediática, entonces comienzo mi exposición pública”.
La familia de Joaquín obtuvo una medida cautelar durante un año que les permitió conservar sus cultivos y su producción de aceite de cannabis, sin embargo la cámara de apelación de General Roca revocó el amparo a pedido de la Secretaría de Salud de Nación.
“Una vez revocado el permiso me dije que no iba a sacarle la medicación a Joaquín por lo que continué con el cultivo y con la exposición en los medios. Además Joaquín es una evidencia irrefutable sobre los beneficios del uso medicinal del cannabis”, concluyó María Eugenia, quien lucha por una ley de legalización para el cultivo con fines medicinales.
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