El pasado 21 de septiembre llegó la primavera al Cono Sur, y en Ushuaia lo hizo con una nevada copiosa y constante durante todo el día. Fue la jornada en la que Norwegian inauguró su vuelo directo desde Aeroparque y sirvió también para que varios periodistas pudiéramos revisitar los principales atractivos de (la que parece que ya no es más) la ciudad más austral del mundo. Esos atractivos incluyen el siempre atractivo paseo en barco hasta el faro Les Eclaireus, pasando por las islas De los Pájaros y De los Lobos, con temperaturas bajo cero. También la ineludible visita al Tren del Fin del Mundo con su historia de reclusos del Presidio que lo construyeron y talaron todos los árboles en el primer tramo que atraviesa. Esta vez agregaron jóvenes vestidos con los clásicos uniformes amarillo y azul de los presos para sacarse una foto graciosa en la entrada del andén, que luego venden por $ 400. Y su tienda de souvenires, no tan caros como uno esperaría, con la vedette inesperada del Adobo del Presidio de Ushuaia, condimento para carnes, delicia dulzona y picante que bien vale los $ 130 que cuesta.

Por supuesto que la gastronomía, especialmente cuando hace frío, es protagonista. Desde el copioso desayuno de hotel hasta los sustanciosos almuerzos y cenas que se disfrutaron en diferentes sitios. Sin embargo por el entorno (y el contenido) tuvo especial acogida la picada de Ramos Generales, un bar, restaurante y almacén en el que todo está a la venta: por un lado variedad de quesos y fiambres y por otro salmón y mariscos en conserva. Un diez.

En primera persona

Christian Waisberg se autopresenta como fanático de Weekend desde su infancia en Comodoro Rivadavia y sus estudios profesionales en Mar del Plata. Fanatismo que mantiene hasta hoy y que lo predispone a una charla distendida. Es el chef del hotel Los Acebos y conversar con él equivale, de primera mano, a conocer la vida en el extremo sur sur de nuestro país. “Es tranquila, personalmente me gusta, no me abstrae de todo el mundo pero a veces pensás que vivís en otro país. Hay cosas que, si no fuera por los noticieros, acá no se ven”.

W - Uno pensaría que es duro por el clima extremo.

CW - Creo que el clima es fundamental. Si sos amigo y le buscás la vuelta, lo pasás bien. En invierno vas a esquiar, a patinar. Ya sabés que va a nevar y a hacer frío. En verano todo es mucho más fácil, por supuesto, pero a mí el verano me cuesta más porque querés el calor que no llega. Ese es el gran problema. En enero quisiera 20 grados por lo menos y no 10, 12. Por eso para las vacaciones siempre elijo playa, últimamente Brasil. Calor, calor.

Ushuaia: una película en cuatro dimensiones

La vida familiar acá es tranquila, tengo una niña de 3 años y medio, Ema y nos manejamos con tranquilidad por el movimiento de la ciudad y las actividades, que generalmente son indoor. Mi hija va todo el día al jardín porque ahí también tiene todas las actividades: va a hacer gimnasia, natación, hacen caminatas. Lo que hacen mucho las escuelas cuando empieza a mejorar el clima es llevarlos de paseo. Acá la caminata da para todo, es mucho aire libre en verano. En invierno también, pero por el lado del esquí, el cerro, ese estilo de salidas.

W - Siendo chef del restaurante de un hotel, ¿te da el tiempo para la vida al aire libre?

CW – Para tener una actividad fija hoy en día, con el trabajo y una hija, no. Pero antes de tenerla iba todas las semanas al cerro a esquiar, porque trabajo mediodía y noche. Puedo tomarme la mañana fácilmente y aprovecharla para ir a pescar truchas o esquiar. A 30 km tengo un lugar para ir a pescar ideal, que me permite estar de regreso en el trabajo a las 19. Hago pesca con devolución.

W – Ideal para despejar la cabeza.

CW - La pesca es la actividad para eso. Acá podés ir solo tranquilamente, yo pesco con mosca así que te amigás con el entorno, hay más silencio, podes estar solo y es como una meditación. También busco mi compañero de salida pero en el momento de pescar no estás hablando. Te tenés que mezclar con el ambiente porque si no, no pescás.

W - ¿Cómo se diseña el menú de un lugar con un público tan variado?

CW – Llevo cuatro años acá (después de trabajar 12 en el vecino Las Hayas) y cambio la carta cada seis meses, aunque no en su totalidad. Al ser tan amplio el público, tengo las cosas clásicas, tipo caseras, más algo de una fusión. Siempre con producto local, pero adaptado, somos un restaurante de un hotel. Lo casero viene de familia, gustos personales. En el desayuno tenemos elementos internacionales como las croissants o los rolls de canela para el público extranjero y pastafrola, por ejemplo, para los locales. En la carta pasa algo igual; tengo spaghetti con pomodoro, pomarola con albóndigas, algo muy casero, y después una pasta rellena con centolla. Busco que haya para el nene que viene al europeo que quiere comer merluza, centolla y cordero. Uso la centolla pero en risotto que tiene leche de coco y cilantro. Hay un latino europeo argentino, una cruza importante. Mis platos están completos, satisfacen, no hace falta pedir algo más. Y acá la atención siempre es buena, constantemente estamos trabajando en eso. También sube gente de la ciudad a cenar, tenemos un descuento para el local para motivar la visita. Ushuaia es una ciudad turística que está casi dolarizada, como pasa en muchos lugares. Por ejemplo, compramos merluza negra que se pesca en estas latitudes pero llega a puerto, queda una parte y el resto se exporta, por lo que nos manejamos con precios en dólares que luego deben trasladarse a los platos.