El nuevo rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Franco Bartolacci asumió el pasado 6 de agosto. Estos son los principales puntos de su discurso para la gestión 2019-2023.

Cada tanto la vida nos pone frente a circunstancias importantes

Quiero agradecer a esta democracia con nombres y apellidos de la Universidad Nacional de Rosario que me ha honrado eligiéndome Rector para los próximos cuatro años. El honor en este caso no es una fórmula protocolar ni una manifestación lingüística ligada a viejas tradiciones. Siento el honor de los hijos, porque mi biografía está marcada solo por dos lugares; soy hijo de una familia de trabajo de San Jorge y soy hijo de ésta, mi casa adoptiva, mi Universidad, la Universidad Pública y Reformista.

Los tiempos que corren marcan que las biografías se reconfiguran en el pensamiento, en las visiones del mundo. Por ello, palabras como justicia, sacrificio, esfuerzo, coherencia, honestidad y utopías representan para mi, vida y discurso, convicciones y esencialmente compromiso.

Compromiso en torno a una manera de hacer y entender la Universidad Pública, que pretendo humildemente compartir hoy con ustedes, convocándolos al apasionante desafío de imaginar y hacer posible, una universidad moderna e innovadora, de excelencia y popular, más democrática y transparente, inclusiva, diversa y feminista y estrechamente vinculada a la agenda, los actores y las instituciones de su tiempo.

El desafío que tenemos por delante es enorme. La nuestra es una institución reconocida por su prestigio en todo el país y la región, prestigio construido a partir del esfuerzo de sus docentes e investigadores, de sus trabajadores, de la participación de sus estudiantes, del desempeño de sus graduados, de acciones institucionales, programas y proyectos que ponen en evidencia todos los días, nuestro compromiso.

Hacemos muchas cosas y las hacemos muy bien, pero soy de los que cree que aún con todo, no estamos haciendo lo suficiente, para poder dar cuenta de las expectativas que la sociedad en su conjunto, deposita en los universitarios.

Existe tanta distancia entre la Universidad de hoy y nuestra sociedad, como la que alguna vez separó a la universidad del 18 de la sociedad de su tiempo. Y si aquellos jóvenes tuvieron el coraje de romper la última cadena para acortar aquella brecha, nosotros y nosotras, custodios de ese maravilloso legado, no podemos más que emprender, en estos tiempos complejos y difíciles, una tarea semejante que sólo será posible, si nos animamos a sacudir nuestra modorra, si estamos dispuestos a corrernos de nuestra zona de confort, para de esa manera hacer posible la universidad de excelencia, reformista y popular, que soñamos.

Reformismo que no puede ser un recuerdo deshilachado de fotos históricas, una evocación sin actualización, un mero turismo por el tiempo pasado que ya no nos interpela. Hablo de reformismo como un mandato actual de la memoria que se define en un solo principio: “una universidad es reformista cuando responde a los mandatos de su tiempo”. Nuestra herencia es valiosa en prácticas, tradiciones, autonomía y libertad pero corre el severo peligro de perder sentido y eficacia si no está al servicio de los problemas y desafíos que afronta hoy la sociedad en la que estamos insertos.

Pero además la Universidad Pública, está obligada a ser popular.

Y quiero si me permiten, ser claro en esto: es el pueblo el que la sostiene con su trabajo y sacrificio. Muchos compatriotas nunca han pisado nuestras aulas, y quizás nunca puedan ver a sus hijos transitar nuestros pasillos. Muchas veces la vida universitaria nos hace olvidar de este principio fundamental: una universidad popular es la que se constituye en un horizonte posible, en una aspiración real de todo el pueblo.

Y aún siendo consciente de que cuando sostenemos estas ideas hay quienes pueden sentir cierta incomodidad, es importante recordar que la universidad con su excelencia académica, su producción científica y su eficiencia ejecutiva es esencialmente un proyecto político y por tanto debemos resistirnos a creer que el ordenamiento burocrático, el aislamiento con los debates de la época, o el ordenado conservadurismo corporativo puedan servir como utopías transformadoras que interpelen y movilicen.

Y precisamente porque entiendo que debemos perseguir aquellos objetivos, que quiero invitarlos a que en estos próximos cuatro años iniciemos una nueva etapa, que sobre la base de conquistas colectivas ya consolidadas, nos comprometa a producir transformaciones profundas en esta casa que amamos tanto.

El primer desafío al que pretendo convocarlos, es al de diseñar un futuro colectivo. Nos hace falta encontrarnos para discutir nuestros problemas, nuestras dificultades, construir un diagnóstico entre todos y todas, para imaginar respuestas posibles y un horizonte común hacia el que podamos orientar todos nuestros esfuerzos.

Por ello voy a presentar en la sesión de Consejo Superior programada para fin de este mes, un proyecto que denominaremos UNR AGENDA 2030, que no es más que una convocatoria a una instancia participativa, horizontal y democrática que pretende movilizar a nuestra comunidad para determinar en conjunto, cuales son los objetivos que como universitarios nos planteamos para los próximos diez años. No pretendemos un largo proceso que poco a poco vaya diluyéndose en el tiempo; mucho menos, una instancia reservada para funcionarios y representantes institucionales. Queremos que en un plazo de tiempo relativamente corto, la expresión genuina de nuestra comunidad expresada desde abajo y en todos sus claustros, pueda ser protagonista en talleres y conversatorios, de los que surjan conclusiones que asumiremos como una hoja de ruta, un norte hacia el que orientaremos nuestras acciones institucionales y esfuerzos presupuestarios.

Estoy convencido que necesitamos escucharnos más, que aún con los matices y nuestros debates muchas veces acalorados, hay un conjunto de ideas centrales en las que todos nos reconocemos. Y es necesario ponerlas en evidencia, para poder hacerlas posibles.

El segundo desafío al que las y los convoco, es al de asumir que la calidad no puede ser nunca exclusividad.

El primer paso para garantizar universidad pública de excelencia, exige reconocer las dificultades que tenemos para garantizarla. Necesitamos sincerar problemas estructurales que requieren nuestra máxima atención: nuestros índices de ingreso, permanencia y egreso no son parte de nuestras fortalezas, por lo que debemos diseñar una estrategia académica sólida y prioritaria para garantizar no sólo el derecho al acceso a la educación superior, sino la posibilidad efectiva de transitar ese recorrido… imagino que podamos promover una articulación real con las autoridades provinciales que facilite las transiciones del sistema y no hablo de programas que muchas veces terminan olvidados por burocracias autocomplacientes…nos ha costado mucho encontrar maneras de resignificar el vínculo siempre complejo entre escuelas medias y universidad; hablo de integración real a la que acompañemos con todas nuestras fortalezas académicas existentes y potenciales.

Pienso en programas de orientación efectivos, en tutorías profesionales, en pasarelas curriculares horizontales y en el diseño de nuevos trayectos de formación conforme a la necesidad de estos jóvenes, de este tiempo y de esta sociedad....pienso en políticas que al tiempo que profundicen aquellas de bienestar estudiantil ya existentes, nos permitan atender otras razones por las que las y los jóvenes abandonan nuestra universidad y de las que hemos dicho bastante poco hasta el momento…pienso en becas integrales orientadas no ya estudiantes que cruzaron nuestras puertas de ingreso y se encuentran dentro del sistema, sino a aquellos que con manifiesta vocación no tienen posibilidad alguna de imaginarse estudiando en nuestra casa…pienso en cómo podemos pensar nuestro sistema de educación a distancia recientemente creado aportando a esta tarea.

El problema no está en la cantidad, nunca lo estuvo, el problema es que muchas veces llamamos exclusividad a nuestras propias debilidades de gestión. Todos los indicadores de la UNR permiten pensar la posibilidad de un incremento sustancial de su matrícula, de los índices de retención y egreso en el marco de condiciones de calidad que se encuentren muy por encima del umbral que hoy tenemos.

Para los que creemos que el acceso a la educación superior no es servicio ni privilegio, sino un derecho que el Estado a través de todas sus instituciones debe garantizar, no hay tarea más prioritaria que la de avanzar en este sentido, en el marco de un conjunto de reformas académicas que entiendo debemos promover con celeridad.

Vamos a impulsar una reforma pedagógica y curricular, a promover un proceso integral de actualización de nuestras ordenanzas y a acompañar el proceso de formación de nuestros docentes, profundizando entre otras iniciativas, el Programa de Doctoración que se inició en el 2010 con estrategias específicas orientadas a que quienes realizaron su formación pero no han culminado sus tesis puedan hacerlo con un fuerte acompañamiento institucional.

Al mismo tiempo, vamos a impulsar un ambicioso programa de posgrado financiado con recursos propios de la Universidad, de tal manera que en los próximos diez años, al menos el 75 por ciento de los docentes de toda la universidad, tengan un trayecto de formación de posgrado realizado, contemplando especialmente a las y los docentes de las escuelas preuniversitarias, que por su especificidad contarán con un programa particular.

Respecto de nuestras escuelas medias quiero anunciar que la próxima semana, voy a iniciar formalmente el proceso que culminará en diciembre de este año, con el reconocimiento de la ciudadanía universitaria, cuyos criterios serán definidos en Asamblea Universitaria, previo plazo establecido para la presentación de propuestas y proyectos y su correspondiente debate en Comisión. Se trata no sólo de hacer público mi compromiso de garantizar las condiciones para que finalmente pueda reconocerse la ciudadanía que nuestras Escuelas Medias se merecen, sino también de compartir con ustedes mi voluntad de avanzar progresivamente impulsando una reforma política integral para nuestra universidad.

2.- Quiero convocarlos a hacer de la producción científica y tecnológica, de la innovación, un esfuerzo colectivo para el desarrollo. Debemos definir colectivamente una política de ciencia, tecnología e innovación para nuestra universidad.

Pero antes es necesario, hacer explicito nuestro compromiso. Lo hemos dicho muchas veces…No hay decisión más transformadora y revolucionaria que la de invertir en ciencia, tecnología e innovación. Mucho más, en un país como el nuestro, que debe enfrentar problemas tan complejos.

La Universidad que queremos, es la Universidad que defiende y acompaña a sus científicos e investigadores, la que se hace presente con acciones institucionales, con políticas y con recursos, cuando el Estado se corre; la que acompaña y planifica para recuperar la centralidad que la producción científica y la innovación deben tener para cumplir con nuestra misión.

Los investigadores, becarios, docentes y estudiantes universitarios articuladamente, desde diversos ámbitos y disciplinas, tenemos mucho que aportar para hacer posible este objetivo.

Necesitamos avanzar desburocratizando procesos, garantizando la apertura del ingreso a la carrera de nuestro Consejo de Investigaciones, fortaleciendo y potenciando relaciones inter-institucionales virtuosas entre los diversos institutos que desarrollan sus actividades en nuestra Universidad, especialmente el Conicet y sus centros residentes.

Y necesitamos también como en cada una de nuestras prácticas, hacer un esfuerzo para evitar desviaciones frecuentes. Es tan grande el desafío que tenemos por delante, que no podemos confundir producción científica con intereses personales, proyectos estratégicos con sofisticadas ocurrencias para justificar un pobre sistema de incentivos u opacar trabajos extraordinarios en discusiones menores de residencia institucional.

Hay que colaborar en serio con la recuperación del sistema nacional de ciencia y tecnología, construyendo una ciencia en diálogo con nuestro tiempo, promoviendo un desarrollo que favorezca la recuperación y el impulso de un modelo productivo y sociocultural, que promueva la inclusión y la justicia social.

Vamos a promover un crecimiento sostenido, armónico y equilibrado de las distintas disciplinas, a favorecer su encuentro en proyectos estratégicos, a impulsar conversatorios, observatorios y programas interdisciplinarios, que aborden problemáticas sensibles de nuestro tiempo y nuestra comunidad. Y habrá políticas institucionales que favorezcan especialmente esta línea de trabajo.

Ya no es admisible, que ante preocupaciones centrales de nuestra sociedad, la universidad muchas veces no aporte su voz y su presencia. Es necesario articular más eficazmente con las políticas públicas y los gobiernos, para que la UNR se constituya en consultora privilegiada de los distintos niveles del Estado, del sector productivo, del mundo del trabajo.

Por eso agradecemos honestamente, la presencia en este acto de representantes institucionales de la ciudad y la provincia tan relevantes, sus máximos exponentes, porque queremos asumir frente a Uds este compromiso y que el mismo se traduzca desde mañana en acciones concretas y transformadoras.

Para cumplir con todos estos fines, he decidido unificar distintas áreas de gestión, para diseñar, planificar y ejecutar una sola política de ciencia, tecnología, e innovación para el desarrollo de nuestra Universidad.

3.- Quiero convocarlos a hacer de la extensión un compromiso genuino, otorgándole lo que a mi juicio, debe ser una centralidad estratégica, profundizando líneas institucionales realmente transformadoras que durante esta última década nos han permitido empezar a romper el viejo paradigma que entiende a la extensión como la manifestación que permite saldar una especie de conciencia de culpa, como un mero oulet institucional, expresión que más o menos visible, muchas veces persiste en nuestro sistema. Hacemos como que nos vinculamos y nos comprometemos, muchas veces desde los márgenes, desde un lugar que denota prejuicios o cierta superioridad realmente inadmisible. La extensión nació con la Reforma del 18 como respuesta a una pregunta ¿se podía seguir viviendo en una universidad virreinal cuando la sociedad ya vivía la independencia?

La extensión es hija de una universidad que sale en busca de su sociedad para aprender de ella el valor de la libertad...es el origen de la universidad que investiga, produce conocimiento y enseña sobre los problemas reales de su ciudad, de su región y su país. Pero con el tiempo hemos convertido muchas veces aquel encuentro virtuoso en un conjunto de actividades conformistas, impactadas por el paternalismo y muchas veces cercanas a la dádiva cultural. La extensión no debe ser nuestro sedante, un barniz o un confortable complemento. Así lo entienden afortunadamente cientos de estudiantes, docentes y graduados de nuestra Universidad que día tras día le dan forma y se comprometen con proyectos realmente extraordinarios.

Nuestro compromiso debe profundizar el proceso de reposicionamiento de la la extensión en su vínculo indisoluble con la formación y la investigación. Hago referencia a un encuentro que provoque encuentros, a recuperar una extensión dialógica en tiempos en que la sociedad y la universidad atraviesan una revolución del ecosistema cultural, mediático, social y claramente político. Nuestro compromiso es con una extensión en la que nos animemos a aportar al empoderamiento cognitivo y actitudinal de los diversos actores sociales... y junto a ellos construir una plataforma de aprendizaje y de conciencia crítica propositiva. Jerarquizar su función en nuestra carrera docente, profundizar el proceso de curricularización, generar una política de expansión de centros territoriales universitarios como espacios integrales de prácticas y avanzar definitivamente con la aprobación de la ordenanza que establezca las prácticas sociales obligatorias, serán las acciones prioritarias que impulsaremos durante los próximos cuatro años.

4.- Quiero convocarlos a la silenciosa tarea de modernizar, transparentar y hacer mucho más eficiente nuestra administración financiera y nuestra estructura administrativa. Todos los actores de la Universidad, trabajadoras y trabajadores no docentes, estudiantes, docentes y graduados deben percibir día a día que la administración es solo una herramienta para facilitar que trabajemos mejor, aprendamos mejor, investiguemos mejor y enseñemos mejor. Romper, dañar, maltratar, malgastar, o no cuidar nuestros bienes; el desgano, el atajo, el engaño con nuestro propio trabajo, eso es pensar que lo público es de nadie.... apostar a la burocracia ciega que nos conserva mientras nos hunde es francamente intolerable en una universidad que se pretende reformista, de excelencia y popular. Nos hace falta un cambio profundo en la gestión: más moderna, más eficaz, más descentralizada, más rápida, informatizada y transparente.... Fundamentalmente, más democrática... porque considero que todo el esfuerzo en la “tecnología de los procesos” será un fracaso si no construimos juntos un cambio cultural profundo, cambio que solo será posible si nos volvemos a apropiar de nuestra universidad desde una perspectiva que reivindique lo público, su gestión y administración.

Con estos objetivos, a partir de un gran esfuerzo de nuestro equipo de trabajo, he decidido diseñar un nuevo organigrama institucional que nos permitirá pasar de las actuales 20 secretarías a 10, que serán denominadas desde ahora como áreas de gestión, un formato moderno, flexible y transversal, en sintonía con el horizonte que proyectamos y el modelo de Universidad que pretendemos. En igual dirección, comenzaremos a trabajar en la reforma de un conjunto de ordenanzas que requieren una urgente actualización y vamos a presentar en la primer sesión del Consejo Superior, un proyecto que establece la creación del Presupuesto Participativo de la UNR, herramienta que habilitará que nuestra comunidad debata, proyecte y decida, cada año y democráticamente, en que se invierte una parte de nuestro presupuesto. Estas iniciativas, serán las primeras de una profunda reforma administrativa que será el resultado del trabajo conjunto y los consensos construidos por nuestra comunidad, con especial énfasis en el protagonismo de las y los trabajadores no docentes en el proceso. La eficacia administrativa y financiera que muchas veces se plantea como nueva utopía es en realidad para nosotros, para nosotras, una obligación para la utopía de una universidad más democrática e inclusiva.

5.- Quiero convocarlos a vivir una universidad que aprenda. Un día miles y miles ganaron las calles. Y lo hicieron una y otra vez para mostrar que había una desigualdad enraizada en lo más profundo de nuestra cultura, de nuestro hacer y de nuestro pensar. Ellas nos mostraron la más tremenda de las consecuencias.No había igualdad ni siquiera a la hora de morir. Así como pudimos, de afuera hacia adentro empezamos lentamente a cambiar pero la perspectiva de género no es como muchos susurran irónicamente solo una revolución de buenos modales exigidos por una elite de mujeres. Soy un convencido de que la perspectiva de género trae consigo una visión más justa del mundo que la Universidad debe ayudar a construir y por eso seremos la primer Universidad del país que jerarquizara en el máximo rango de su estructura institucional, una área de Género y sexualidades para que esta matriz de justicia atraviese investigación, currícula, extensión y convivencia. Queremos una Universidad que asuma la tarea de abonar a una sociedad igualitaria, inclusiva, plural y libre de violencias machistas, dando respuestas concretas a demandas de transformaciones impulsadas históricamente por distintos sectores sociales, principalmente por el movimiento de mujeres, feministas y de la disidencia sexual. Para que sea nuestra voz social, quizás la más fresca y auténtica de todas.

La convocatoria es por tanto a todas y todos.

A nuestros docentes e investigadores, a quienes tienen muchos años de trabajo en nuestra institución, la razón que explica buena parte de nuestro prestigio, la mayoría de las veces empujado por aventuras formidables sin soporte institucional, muchos que veo hoy aquí que tuvieron la extraordinaria tarea de reconstruir, recuperada la democracia, la Universidad reformista, son un espejo en el que queremos mirarnos. Y a los más jóvenes, a quienes toca la tarea de tomar la posta, convocarlos para que tengamos al menos algo del maravilloso compromiso institucional que tuvieron aquellas generaciones.

A nuestros compañeros y compañeras no docentes, el corazón imprescindible que permite que todas nuestras misiones puedan cumplirse, nuestra Universidad necesita hacer un esfuerzo aún mayor del que realiza para acompañar su capacitación y formación, para garantizarles mejores condiciones de trabajo y más derechos y necesitamos de cada una y cada uno de ustedes para construir colectivamente las transformaciones aquí planteadas.

A nuestros graduados, con quienes nos debemos un vínculo distinto que aspiramos poder construir a lo largo de estos años.

A nuestros estudiantes, cachorros de la Reforma como alguna vez los llamara Enrique Barros, todo lo que hagamos es con y para ustedes, los necesitamos protagonistas, entusiastas, comprometidos, empujando los límites de lo posible.

A la sociedad de Rosario, la región y nuestra provincia, necesitamos que busquen en nosotros y nosotras, que nos interpelen, que nos imaginen construyendo juntos. Hay un potencial enorme en ese vinculo que no exploramos aún lo suficiente. Pero con la misma firmeza con la que reclamamos que nos exijan más, vamos a hacernos presente en debate público para señalar posiciones, indicar caminos posibles y proponer acciones conjuntas.

Vamos a hacer entre todas y todos una gestión proactiva y presente, dispuesta a escuchar y dialogar mucho, a construir con nuestra comunidad, a provocar síntesis y promover consensos.

Quienes me conocen saben que estoy dispuesto siempre a hacer un esfuerzo más en ese sentido, que me gusta comprometerme con las cuestiones esenciales un poco más allá de lo que cualquier formalidad requiere, que lejos de las jerarquías aspiro que me consideren un compañero de trabajo consciente de ser el primero, condición que implica sólo deber para con nuestra comunidad y ningún privilegio.

No puedo concluir estas palabras, sin algunos agradecimientos. Necesarios, porque ninguna empresa se construye en soledad y en este transito difícil y complejo de la vida, han sido muchos y muchas los que estuvieron cerca y tienen derecho más que ganado para sentir todo esto como propio.

A los amores de mi vida, a Mariu, mi compañera, a mis hijos, Ivo y Emma. Gracias por salvarme, siempre. Gracias por todo, y perdón por tantas horas relegadas. A mis amigas y amigos, por la mano tendida, la palabra sincera, la escucha atenta y el abrazo necesario. Las y los quiero mucho. Gracias. A mi querida FCPOLIT, mi lugar en el mundo, a sus maestros, mis colegas y sus trabajadores, a las y los estudiantes, al formidable equipo de gestión con quienes compartí 8 años maravillosos. Aprendí mucho de ustedes. Gracias.

A mis viejos. A mi mama, que desde algún lugar debe estar disfrutando orgullosa y a mi papá, ese hombre sentado allí de quien quiero contar, para finalizar, una breve historia. Hace 70 años, bajó del barco que lo trajo de aquella Italia donde nació escapando de la guerra. Junto a mis abuelos, llegaron sólo con un par de baúles viejos que empujaban con una mano, mientras en la otra iban anidando un puñado de sueños, la esperanza de construir en ésta, nuestra tierra, un futuro posible.

La historia en estos pagos fue de mucho esfuerzo y sacrificio. Sé que la pasaste brava viejo, muchas veces y no sé, realmente no lo creo, si imaginaste alguna vez que tu hijo podía asumir semejante responsabilidad como Rector de una Universidad Nacional. Es fruto de tu esfuerzo, sin dudas, pero también es consecuencia de un país que habilitaba esas historias.

Tenemos que hacer nuestro aporte para que vuelvan a ser posibles. Hay mucha gente que la está pasando mal, son tiempos difíciles y quienes tuvimos y tenemos el privilegio de transitar estos edificios de una Universidad que además existe por su esfuerzo, no tenemos excusas. Que esos pibes y pibas, el 50 por ciento bajo la línea de pobreza, una tragedia nacional, vuelvan a ver a la Universidad como un horizonte posible, depende de nosotros. Que puedan llegar a la Universidad Pública los que aún no llegan, depende de nosotros. Que nuestra institución ayude a provocar las transformaciones que recuperen el camino del desarrollo y permitan desandar esas profundas desigualdades, depende de nosotros. Que esa historia, mi historia personal, no sea una historia para contar, depende de nosotros.

Vayamos entonces por esos sueños que nos permitan hacer la universidad que la sociedad necesita y espera, que el sacrificio colectivo de la gratuidad valga la pena. Nos exigen un esfuerzo y tienen derecho a hacerlo, los que no tenemos derecho a fallar somos nosotros.

De un hijo orgulloso de esta casa, que espera estar a la altura de las circunstancias, tendrán hasta su última gota de esfuerzo, para empujar y hacer posible ese sueño colectivo.

GRACIAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO POR SEMEJANTE PRIVILEGIO. CUENTEN CONMIGO. CUENTO CON USTEDES.