Patricia fue supervisora de la fábrica de aros de pistón Mahle por más de 25 años y luego la contrató la empresa Arosa SA, que compró esa misma fábrica. Hace un año esta compañía cerró y dejó a sus 30 empleados en la calle. Hoy, la mujer vende medias y calzoncillos en una esquina del macrocentro de Rosario y no puede hablar de su situación porque llora.
Su realidad es casi calcada a la de los ex empleados de Arosa, que en su mayoría no pudieron volver a conseguir un trabajo formal. Carlos, que era supervisor de la fundición, trabajó por más de 40 años en esa fábrica y ya con 61 años no consigue otro empleo. Hoy lo mantiene su mujer, que es docente.
Los ex empleados de esta empresa iniciaron un juicio contra el dueño de Arosa SA, pagando a un abogado particular. Nadie sabe dónde está el empresario. Se suponía que estaba en Buenos Aires, pero no lo pudieron encontrar.