La Ciudad de Buenos Aires ofrece cada vez más sitios para contemplarla desde arriba, dos lugares que dan una nueva perspectiva a la metrópoli más visitada de la Argentina. A la elegante Galería Guemes, ubicada en la calle Florida, se sumó recientemente la Torre Monumental, también conocida como Torre de los Ingleses, que permite observar una buena parte de la zona de Retiro, el Río de la Plata y, si el buen clima lo permite, las costas uruguayas.

La “torre de los ingleses” es un monumento de estilo renacentista que desde 1910 se erige en la plaza Plaza Fuerza Aérea Argentina, antes de la Guerra de Malvinas llamada Plaza Britania. Se puede llegar a la Torre por las líneas E y C del subte porteño, y queda cerca de las terminales de las líneas ferroviarias San Martín, Mitre y Belgrano Norte. El precio de entrada es de $ 100.

Fue un obsequio de la comunidad de familias británicas residentes en la Argentina con motivo del Centenario de la Revolución. Diseñada con un característico reloj que emula al Big Ben de Londres y un campanario por Sir Ambrose Macdonald Poynter, en 1910 se colocó la piedra fundacional y se inauguró en 1916, año del centenario de la declaración de Independencia.

“La torre fue pionera en esta zona porque todo esto son terrenos ganados al río. Pensemos que acá no había casi nada. Sí era la puerta de entrada de los inmigrantes, que todavía era muy fuerte a principios de 1900, cuando nuestra población era 50% extranjera”, explicó Esteban Leis, gerente operativo del área de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.

“Este fue un regalo de la comunidad, no del Estado británico; galeses, escoceses, ingleses e norirlandeses que habían venido hacia aquí. Fueron algunos de los que formaron este país, que vinieron a hacerlo grande. Para el porteño es muy importante, todos la reconocen, saben que existe y quieren subir”, dijo Leis.

“Como ésta tenemos el monumento regalado por los franceses en Plaza Francia, el monumento a la Carta Magna –conocido como monumento a los españoles– de la comunidad española, en el Parque Tres de Febrero está el regalo de los suizos. Fue un reconocimiento como país pujante. Tenemos que estar agradecidos de tener estos monumentos hoy en la ciudad”, aseguró Leis.

En la vista norte, desde el mirador de la torre se puede ver la terminal ferroviaria de Retiro y la extensa Villa 31 detrás. Hacia el este, la terminal de cruceros, el Edificio Libertador y la inmensidad del Río de la Plata. Al sur, el viejo Hotel de Inmigrantes, el Hotel Sheraton y la zona de edificios corporativos de microcentro. En el oeste, las barrancas de la Plaza San Martín y el rascacielos Kavanagh, con su reconocible estilo art decó.

Hacia el sur, caminando desde la Plaza San Martín por la peatonal Florida, se puede disfrutar de una perspectiva distinta del centro porteño desde el mirador de la Galería Güemes, mucho más alto (ubicado en el piso 14). Con un estilo arquitectónico inmortalizado por Julio Cortázar, está ubicado en un edificio donde vivió el célebre Antoine de Saint-Exupéry, autor de ‘El Principito’; y en el teatro del subsuelo cantó alguna vez Carlos Gardel.

Ubicada a pocas cuadras de la Plaza de Mayo, la galería es una joya de estilo ‘art nouveau’, típico de París de principios del siglo XIX, y una vez fue el primer edificio de hormigón armado, además del primer rascacielos de la ciudad, con 14 pisos y 80 metros de alto y una de las únicas cúpulas de visión de 360 grados. Cayó durante años en el abandono pero fue recuperado y restaurado con la entrada del nuevo milenio.

“El concepto de edificio es muy revolucionario para la época y muy similar al que hoy se plantea en la arquitectura moderna, el de ‘gran manzana’, donde conviven en un mismo espacio departamentos de oficinas, viviendas, comercios y ocio, con el teatro, el restaurante y el mirador”, explica Cecilia Ofler, directora ejecutiva de Galería Güemes.

La construcción fue inaugurada en 1915 en presencia del entonces presidente de la república, Victorino de la Plaza y tuvo como novedad el hecho de conectar a través de un pasaje techado con vitrales y domos de cristal translúcido la calle comercial Florida con la calle San Martín. Al igual que las galerías parisinas, fue concebido como espacio de esparcimiento y encuentro de los hombres que trabajaban en ‘la city’ porteña. Está ubicado en Florida 165, cerca de la estación Catedral del subte (línea D).

“Al principio fue un lugar muy prestigioso y fue originalmente un lugar restringido para hombres porque era el sector financiero, el lugar donde venían a comprar tabaco, y el teatro, que luego se transformó en cine, luego se transformó en burlesque. Eso fue cambiando con el correr de los años”, contó Ofler.

Según Cortázar, en el comienzo de su decadencia en la galería era costumbre encontrar prostitutas, puestos de revistas donde se podía conseguir ediciones pornográficas y un cine para adultos. En 1929, durante su periplo por Argentina, Saint-Exúpery escribió su segunda novela, ‘Vuelo Nocturno’, en el departamento ubicado en el sexto piso del edificio. Según la leyenda, el autor de ‘El Principito’ vivía con la compañía de una mascota muy particular: una foca patagónica.

El mirador ofrece una visión completamente distinta de la Torre de los Ingleses. La emblemática zona de las cúpulas, en la intersección de la calle Florida y la avenida Diagonal Norte, puede verse hacia el sur, con la torre de la Legislatura Porteña de fondo. Hacia el oeste pueden verse el Palacio Barolo, la cúpula del Congreso Nacional y una parte del Obelisco. En días claros, puede verse la torre del Parque de la Ciudad. Hacia el este, es posible reconocer la costa uruguaya, cuando el tiempo lo permite, el río y la Reserva Ecológica, Puerto Madero, y varios edificios emblemáticos de la ciudad como el Otto Wulff, construido por el ingeniero Nicolás Mihanovich.