Tras la lectura de la sentencia que condenó sólo al gasista por la tragedia de Salta 2141, los presentes gritaron: "Injusticia".

"Dos meses de juicio para llegar a ésto", susurraba, se lamentaba, se quejaba Claudia Vaio, con las manos alrededor de la cabeza, los ojos llenos de lágrimas. Es la mamá de Santiago Laguia, una de las 22 vidas que truncó la tragedia de calle Salta. Se sentó en la punta de uno de los fríos bancos de cemento que rodean la plazoleta del Centro de Justicia Penal. Poco tiempo antes, por la pantalla instalada sobre la fachada del edificio, había escuchado la sentencia que absolvía a diez de los once imputados por el siniestro. Y, como los familiares de otras víctimas, se largó a llorar. "No hay Justicia", repetía.

Eran cerca de las tres de la tarde. La jueza Marcela Canavesio había terminado de leer la resolución del tribunal —integrado junto a Carlos Leiva y Rodolfo Zvala— que condenó a cuatro años de prisión, por el delito de estrago culposo agravado por las 22 muertes, al gasista Carlos García, quien manipuló las instalaciones de gas del edificio ese fatídico 6 de agosto de 2013.

Condenaron al gasista Carlos García a cuatro años de prisión

La decisión de los jueces cayó como un baldazo de agua helada entre los parientes de los fallecidos en el siniestro y los vecinos, amigos, miembros de otras asociaciones de víctimas y concejales que habían llegado para acompañar a las familias. En un rotundo silencio, a partir de las 2 de la tarde, unas 50 personas se acercaron a la pantalla ubicada en la plaza desde donde siguieron la lectura del fallo.

Buscando la verdad

El grito de "injusticia" quebró el clima solemne que había acompañado el inicio de la transmisión. La primera reacción fue cuando se anunció la absolución por insuficiencia probatoria de los tres empleados y dos gerentes de la empresa Litoral Gas, la segunda fue cuando se conoció que los tres integrantes del consorcio fueron eximidos de pena.

Después llegarían las críticas a la sentencia del tribunal, cuestionamientos apoyados en el sentimiento colectivo de que la resolución había "cortado el hilo por lo más delgado", al exculpar a la mayoría los acusados como parte de una cadena de negligencias que desencadenó en la explosión y el derrumbe del edificio de Salta 2141, a excepción del gasista García.

"Estuvimos seis años esperando este juicio, hicimos marchas, golpeamos puertas, pintamos fachadas. Y conseguimos ésto. Nadie es culpable, apenas un pobre perejil que intentó cerrar una válvula que ya había sido manipulada por varias personas de Litoral Gas", explicaba Marcela Nissoria, esposa de Hugo Montefusco, otra víctima de la tragedia.

Eleonora López, hermana de Carlos, advirtió sobre la falta de parcialidad del tribunal. "Lo que pasó es terrible, tenían todas las pruebas sobre la mesa y nos dicen que García es el único responsable", dijo y adelantó que las familias se solidarizarán con el gasista, "un trabajador que pagó la desidia de toda una empresa".

Con mayor o menor entereza, otros deudos acusaban a los jueces de "corruptos" y adelantaban que seguirían "buscando la verdad" sobre lo sucedido ese 6 de agosto.

Terrible final

La mayoría de los familiares de las víctimas estuvieron presentes en cada una de las audiencias que se iniciaron hace dos meses. "Fue un proceso duro, fue volver a vivir todo. Escuchar las autopsias, ver las cámaras del banco Macro que muestran los momentos previos a la explosión, pensar que en ese momento nuestros seres queridos estaban con vida", reflexionaba Nissoria.

Durante el proceso se expuso también un recelo entre un grupo de familias, y los padres y hermanos de Débora Gianángelo, únicos que se mantuvieron como querellantes en el juicio. Mientras los Gianángelo abandonaban el tribunal fueron increpados por algunos del grupo, lo que generó la reacción de uno de los hermanos de la joven.

La imagen de Sonia y Horacio Gianángelo, retirando en medio del alboroto los carteles con el rostro de su hija y abandonando el Centro de Justicia Penal escoltados de la policía fue una de las peores instantáneas de una jornada dolorosa para familiares y víctimas.

"Llegar hasta acá no fue fácil —reflexionó después la mujer—. Pero no estamos defendiendo sólo la falta de mi hija. Y no vamos a parar, aunque tengamos que enfrentarnos a personas muy poderosas".