“La empresa dio los datos a los represores”. Los testimonios son claros y prueban que la firma alemana denunciaba a delegados y comisiones internas. La presencia de directivos de origen nazi.

“La empresa dio los datos a los represores, vi algunos legajos en el Juicio por la Verdad con la foto que nos sacaban cuando entrábamos a trabajar a Mercedes Benz”. La frase fue pronunciada en la última audiencia del megajuicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo. La dijo el ex trabajador de la automotriz alemana Ramón Segovia.

En jornadas anteriores otros testigos revelaron que hubo directivos nazis en la sede argentina. Y mostraron la relación de la empresa con varios ejércitos latinoamericanos que integraron el Plan Cóndor. En este juicio no hay ningún empresario de la multinacional, ni dirigentes de la lista Verde del Smata imputados. Se juzga solo a seis militares por crímenes de lesa humanidad cometidos en los cuatro centros clandestinos de detención que funcionaron en el complejo militar de Campo de Mayo, entre ellos Santiago Riveros, Eugenio Guañabens Perelló y Miguel Castagno Monge.

Muchas de las víctimas que pasaron por esos centros clandestinos de detención y tortura eran trabajadores y activistas, miembros de comisiones internas de fábricas y empresas. En el caso de Mercedes Benz, algunos de ellos fueron Alberto Arenas, Juan José Mosquera, Jorge Leichner Quilodran, Alberto Gigena, Diego Nuñez, Fernando Del Contte, que continúan de­saparecidos, y Héctor Ratto, que sobrevivió y declarará en julio.

Testimonios

Ramón Segovia, que trabajó en la planta de González Catán desde 1974 hasta 1993, fue parte de los trabajadores de base que se oponían a la conducción de José Rodríguez. “La huelga de 22 días de 1975 se inicia porque estábamos disconformes con el sindicato por la paritaria. Les pedíamos que se consulte lo que se iba a firmar y se negaban a hacer asamblea”. En su testimonio, relató que entre los operarios se cuidaban, porque había infiltrados. “Una vez ingresó una persona en el turno noche y mientras trabajaba se le cayó una pistola aparentemente militar que a la vigilancia se le pasó a pesar de que había detectores de metal. Pero desde ese día esa persona no pisó más la fábrica”.

Este testigo contó el secuestro de Ratto, el 13 de agosto de 1977. Juan Tasselkraut era uno de los gerentes de Mercedes Benz. Ratto fue obligado a ir a su oficina y le pidió que se entregara, mientras estuvo ahí escuchó que el gerente que les daba el domicilio de Diego Nuñez, otro trabajador secuestrado ese mismo día y que continúa desaparecido. A Ratto desde la planta lo llevaron a una comisaría y luego a Campo de Mayo, donde estuvieron otros trabajadores de la planta Mercedes. “El sindicato no hacía nada por los desaparecidos, al contrario”, dijo Segovia. En plena dictadura los obreros de Mercedes hacían colectas para las familias de sus compañeros desaparecidos. “Era sin que se entere la empresa porque era muy peligroso, iban 3 o 4 compañeros a llevarles lo que se recaudaba todas las quincenas”.

En anteriores audiencias había declarado Hilda Fernández, parte de la asesoría letrada de Mercedes Benz y secretaria del ex director de Asuntos Jurídicos de la empresa durante la dictadura, Rubén Cuevas. Este abogado, junto a Tasselkraut y otros directivos, aportaron a los genocidas los nombres y las direcciones de las víctimas. Fernández era quien confeccionaba los contratos que la automotriz tenía con el Ejército argentino y con otros países latinoamericanos, a los que les vendían las Unimog. Además la mujer confirmó que trabajó con una persona de apellido Mossetti. “Era uno de los directores alemanes de la empresa, a pesar de que no era alemán. El señor era un agente doble, tanto de Alemania como de los aliados, un servicio de inteligencia de la Segunda Guerra Mundial”, dijo. William Mosetti había sido oficial de Benito Mussolini hasta que en 1943 se pasó al bando de Estados Unidos.

Otro de los testigos, Hugo Crosatto, también habló de los nazis que eran parte de cargos jerárquicos de la empresa y sobre cómo estaban infiltrados desde antes de 1976. “Ya en enero de 1974 mi jefe de sector, un ex nazi de apellido Snuck, tenía una lista con nombre de trabajadores que éramos activistas y clasistas. Los milicos estuvieron pero las que dieron los datos fueron las empresas, está demostrada su responsabilidad”, declaró.