Cuando uno no está apurado para levantarse a la mañana o después de echarse una siesta suele tomarse su tiempo para despertarse de a poco. En los momentos en los que uno puede darse ese lujo, remolonea y luego se estira, una acción que genera un sentimiento de liberación muy placentero.

Resulta que ese simple y agradable movimiento reporta muchos beneficios para la salud, por lo que es recomendable que lo incorpores a tu rutina diaria. Lo mejor es hacerlo ni bien te despertás, después de ir al baño.

Al estirarte, liberás la tensión que se acumula en los músculos durante el sueño, además de que estos se oxigenan y eliminan toxinas. Por eso provoca una sensación tan placentera. En ese momento, también se re equilibra la circulación de todo el cuerpo.

Los efectos beneficiosos de este estiramiento también se reflejan a nivel mental. Empezar la jornada de ese modo ayuda a afrontar el día con menor estrés y ansiedad y, además, activa el cerebro, por lo que uno se despierta de forma más consciente y se deshace más rápido de la confusión mañanera.

Si querés incorporar este hábito a tu rutina diaria, estirate lentamente, tumbada boca arriba y sobre la cama u otra superficie cómoda, por ejemplo el sofá. Tratá de sentir todo el cuerpo y ser consciente de los movimientos que hacés hasta sentir que estás relajado. Esa es la señal que el objetivo del movimiento se cumplió.