En la primera semana del llamado al diálogo, el Gobierno sólo consiguió que participaran gobernadores afines y otros que presentaron críticas. 

La primera semana de diálogo propuesto por el presidente Mauricio Macri tuvo sabor a poco. Un puñado de gobernadores aliados al oficialismo respondió a la convocatoria y algunos otros tomaron distancia a minutos de la foto y reclamaron otras medidas, como un freno al aumento de tarifas y a los despidos.

Poco y nada

De los candidatos a presidente a los que convocó Macri, el único que se acercó a la Rosada fue Daniel Scioli. Ni siquiera lo recibió el Presidente: se juntó con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Este viene traspirando la camiseta para conseguir resultados con el llamado al diálogo. El principal problema del Gobierno es que ninguno de los candidatos taquilleros aceptaron sumarse. Roberto Lavagna no dio señales de qué hará, Sergio Massa profundizó sus críticas al Gobierno. Y el principal problema es que Cristina Fernández de Kirchner no respondió. El oficialismo necesita su respuesta, para caratularla de no dialoguista.

El diálogo que propuso Macri llegó en el peor momento de la crisis económica, a diferencia de cuando convocó a los distintos sectores tras las elecciones de 2017, de las que salió fortalecido. La poca respuesta que tuvo es una medida de su debilidad actual y de cómo los factores de poder económico y político están evaluando sus posibilidades de reelegir.

Si se considera que Macri le mandó su carta a los candidatos a presidente, a los 24 gobernadores, a empresarios, la CGT, la Iglesia católica y otros cultos, la cosecha de la primera semana es un tanto pobre. Un breve repaso: fueron tres gobernadores que habitualmente figuran como aliados del oficialismo, Omar Gutiérrez (Neuquén), Alberto Weretilneck (Río Negro) y Juan Manuel Urtubey (Salta), este último con reservas. De hecho, ayer dijo: “A este Gobierno le está yendo mal, pero no podrá atenuar su responsabilidad en que nosotros no lo dejamos gobernar. Nosotros lo dejamos gobernar”. Casi un saludo de despedida.

A este grupo se sumaron otros gobernadores más distantes del Gobierno, que fueron pero plantearon otra agenda: se trata de Domingo Peppo (Chaco) y Gustavo Bordet (Entre Ríos). Hablaron de una agenda que incluye tarifas y despidos, dos temas por los que Macri vetó leyes aprobadas por las mayorías opositoras del Congreso. Otros gobernadores adelantaron su negativa, como Juan Manzur (Tucumán) o Gildo Insfrán (Formosa), que recordó que no los llamaron para consultarlos antes de acordar con el FMI.

De todos los precandidatos a presidente a los que invitó Macri, la primera semana dejó una única foto: con Scioli. El ex rival en 2015 fue con su clásico discurso a favor del diálogo, pero también con una carta con críticas.

En la Casa Rosada buscan, no obstante, hacer una lectura positiva de la convocatoria: sostienen que los empresarios mostraron un apoyo total (pese a que todavía hay algunos, como Claudio Belocopitt, de Swiss Medical, que siguen agitando el Plan V, de María Eugenia Vidal presidenta) y también de cultos religiosos (aunque los mensajes del Vaticano vienen siendo ambiguos). Tomaron las cartas de Massa y Lavagna como “apoyos con pedido de ampliar ejes”, pese a que estaban cargadas de críticas a la política económica oficial. Lavagna directamente les pidió que renegocien con el FMI. También los apoya el senador Miguel Angel Pichetto, recuerdan.

Sin respuesta

El problema son los que no contestan. Entre ellos está la CGT, que está preparando una respuesta (y, tal vez, el llamado a un paro general). No sería esa la reacción que estaría buscando el oficialismo. Y el otro gran problema para el Gobierno es el silencio al respecto de CFK. Frigerio fue muy insistente la semana pasada en reclamar que conteste. Es que sin una reacción de CFK (una negativa, incluso), la jugada no cierra.

La ex presidenta no dejó ninguna respuesta en su discurso en la Feria del Libro y su estrategia parece encaminarse a dejar que la convocatoria naufrague por su propio peso. Después de todo, ni Lavagna ni Massa definieron hasta ahora si se sacarán la foto con Macri. En una entrevista con este diario, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández lo explicó así: “No hay problema con dialogar, pero Macri no ofreció un diálogo sino que quiso hacer una picardía que, como todo lo que hace el Gobierno, improvisó y le salió mal. En esa carta no habla de diálogo ni encuentro. Se puede dialogar siempre, pero no se puede avalar esto porque lo que Macri pide es que se respalde la causa de todo lo que nos está pasando”.

No está definido cómo seguirán los encuentros esta semana. “Pero tampoco lo teníamos la semana pasada e hicimos siete reuniones”, recuerdan en la Rosada.