53 años debieron pasar para que Central y Argentino de San Carlos vuelvan a estar frente a frente. En el campo de juego, estuvieron totalmente a la altura del gran marco que ambas hinchadas cristalizaron fuera de él. Fueron dos encuentros dentro de uno: un primer tiempo frenético y abierto que se contrastó con un disputado complemento. Todo se definirá dentro de siete días.

El inicio de juego fue trabado: típicos de clásico, con mucho nerviosismo y sin arriesgar de más. Mucha pierna fuerte y poco juego fluido. En este lapso, se dedicaron a medirse. Apenas inquietó Central con una aparición de Yost luego de una pelota parada que contuvo Leiva sin inconvenientes.

La apertura del marcador cambió notablemente el desarrollo del juego. Esta se produjo a los 25, cuando Canavese se escapó por derecha y metió un centro para el anticipo del experimentado Cenci, que venció a Ambort. El centrodelantero era el que mejor había comenzado en el conjunto Decano, aportando tranquilidad a través de sus precisos pivoteos.

Con el 1-0 a su favor, Argentino creció en el juego. Incluso, pudo estirar rápidamente la ventaja luego de que Ambert le gane esta vez el duelo a Cenci en un mano a mano. Pero en una jugada aislada, y en la primera clara del local, Central llegó al empate: la construyó Garutti, el más claro de mitad hacia adelante, y la concluyó Sola con un derechazo rasante.

Pero el gol no afectó ni el ánimo ni el rendimiento de Argentino. Tres minutos después del empate, tuvo otra clara con Canalis, que apareció libre dentro del área pero entre Ambart y el travesaño lo evitaron. Sin embargo, Central no tendría fortuna en la siguiente, ya que Maxi Martínez devolvió la ventaja al Tino con un bombazo desde fuera del área.

Antes del entretiempo, Central intentó reaccionar con un remate de Grenón, de tiro libre, que se fue pegado al poste izquierdo de Leiva.

El desarrollo del complemento estuvo más relacionado al inicio del primer tiempo. El cansancio se apoderó del juego, la disputa ingresó en una meseta y prácticamente no hubo ocasiones de peligro. Claro, la disminución física fue un perjuicio de la claridad y la profundidad.

En esta situación, el beneficiado fue el local. Es que cuando se cumplía la hora de juego, Grenón ejecutó un tiro libre al borde del área, el remate se estrelló en la mano de Bernia y Boxler sancionó la pena máxima. El mismo Grenón se hizo cargo del disparo y venció a Leiva para poner el 2 a 2.

Con el paso del tiempo, ambos equipos tendieron a conformarse con la igualdad. Se creó una especie de pacto implícito de no agresión. Ninguno de los dos arriesgó ni mucho menos intentó adueñarse de la totalidad de las acciones del juego. Apenas se destaca un cabezazo de Núñez que se fue desviado luego de un tiro de esquina.