La adicción a los videojuegos va más allá de sentir pasión por este tipo de entretenimiento. Es un patrón de comportamiento adictivo en el cual jugar digitalmente o por video es la máxima prioridad en la vida de la persona y esta actividad interfiere con su rutina diaria y afecta su bienestar mental y físico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental. El manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría no lo considera un trastorno oficial, pero recomienda estudiarla más.

Debido a que se trata de un trastorno adictivo, es difícil para quienes tienen la adicción a los videojuegos reducir la cantidad de tiempo que invierten en ellos. Cuando se les confronta acerca del tiempo perdido en esta actividad, las personas en esa situación no suelen admitir que necesitan reducir su contacto con este hobby y muchos insisten en que su comportamiento es normal.

Recomendaciones

¿Qué podés hacer como padre o madre si tu hijo presenta algún nivel de adicción a los videojuegos?

Tomá nota de las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría:

  • Los chicos de menos de 18 o 24 meses no deben usar medios de comunicación social, a menos que sea para videoconferencias.
  • Con los nenes de 2 a 5 años, se debe limitar el tiempo frente a una pantalla a no más de una hora diaria y de algún programa de buena calidad.
  • A medida que el niño crece, la idea de que algo puede ajustarse a todos no funciona muy bien y tendrás que decidir vos cuántos medios de comunicación social permitís que use a diario y los tipos adecuados.

Si te preocupa una adicción al juego en tu hijo, pedí una cita con el médico. Ese profesional puede evaluar la situación, darte guía y, en caso necesario, remitirte a un profesional de la salud mental.

Otros consejos 

Si creés que el comportamiento de tu hijo no llega al nivel de una adicción a los videojuegos, pero considerás que le beneficiaría disminuir el tiempo que pasa frente a una pantalla, intentá lo siguiente:

  • Establecé en casa momentos libres de tecnología durante las comidas, por ejemplo, o actividades y excursiones familiares específicas. Asegurate de que todos, incluidos los adultos, se alejen de las pantallas durante esos períodos.
  • Sacá las pantallas de los dormitorios.
  • Fijá límites y toques de queda diarios y semanales para el tiempo que se puede pasar frente a una pantalla y haga que se cumplan. Por ejemplo, decile que se apagan todos los dispositivos y pantallas una hora antes de acostarse y cargá los dispositivos fuera de los dormitorios por la noche.
  • Mantené una conversación con la familia acerca del tiempo que pasan frente a una pantalla en casa, tomando en cuenta los valores y las prioridades familiares. Hablá sobre la importancia de poner límites y el beneficio de hacer actividades que no implican dispositivos electrónicos ni juegos de video, como leer, hacer deporte o conversar animadamente cara a cara.

Recordales a tus hijos que aprender maneras positivas de conectarse y desconectarse de las pantallas y de los juegos de video puede, en general, ayudarles a proteger su seguridad y salud.