En la puerta de Alas para Crecer impactaron al menos ocho tiros calibre 9 milímetros. Aseguran que los agresores fueron narcos molestos por el accionar de la entidad.

Vecinos de barrio Tablada realizaron ayer un abrazo simbólico a un centro cultural que fue baleado el viernes por la noche y apuntaron como presuntos autores a grupos narco a los que les molestaría el accionar de la entidad. Aseguraron que allí concurren muchos chicos que antes eran soldaditos en los búnkers de venta de drogas y que lograron rehabilitarse y formarse en oficios.

El viernes por la noche, al menos ocho disparos impactaron en el frente del Centro Cultural Alas para Crecer, ubicado a metros de Colón y Uriburu. Ayer, quienes concurren allí realizaron un abrazo simbólico para visibilizar el ataque y repudiar la agresión.

"Hemos rescatado a varios pibes de la droga y muchos que eran soldaditos narco ahora se engancharon con nosotros", explicó uno de los organizadores.

Alas para Crecer funciona en una humilde casita pintada de múltiples colores e imágenes en Medici 4620. Allí, unas 300 personas (en su mayoría adolescentes y jóvenes) acuden a cursos de oficios, talleres de capacitación, escuelas de carpintería y reciben contención psicológica, asesoramiento legal y atención primaria. Hace siete años que la ONG tiene su base en Tablada sur, y muchas de las actividades las descentraliza en otros centros. En total, la institución sale adelante gracias al esfuerzo y la tenacidad de unos 20 organizadores que gestionan hasta las tarjetas de colectivos para que los asistentes no interrumpan su aprendizaje.

Hay 15 talleres que dictan la provincia y la Municipalidad con el apoyo de voluntarios. La idea es que los jóvenes se capaciten en un oficio y encuentren una salida laboral. La oferta es variada: panificación, peluquería, cerrajería y carpintería, entre otros.

"Esta es la zona más caliente de Tablada, pegados al Fonavi y al barrio Municipal. Acá hablar de muerte es cosa de todos los días. Muchas de las viviendas a nuestro alrededor están vacías porque a la gente la echaron los narco con lo puesto", comenta uno de los colaboradores de la red de Ongs en el barrio, Sergio Gershanik.

Mensaje

La ley del más fuerte rige en la zona. Las casas se desalojan por la fuerza y luego se usan como búnker de venta de drogas, se alquilan o se venden. "Fue un mensaje para que la única institución que trabaja en el territorio se vaya. Las balas atravesaron la puerta y rebotaron adentro. Esperaron a que no hubiera nadie. Fueron unos 8 tiros de calibre 9 milímetros", ahondó Gershanik.

Tras la balacera, ahora un patrullero con la sirena encendida y dos agentes mirando su celular está apostado en la esquina. "Al estruendo de las balas contestamos con el silencio y el trabajo", reflexionó.

Pero el miedo se huele en el ambiente. Ahora hay que montar una reingeniería para acomodar horarios e impedir que las actividades concluyan entrada la noche. Alas para Crecer trabaja con el Banco de Alimentos de Rosario (BAR), que los asiste en forma alimentaria.

Fabián vio nacer al Centro Cultural. "Acá el barrio ha sido atacado varias veces. A los vecinos les tiraron tiros para que abandonen su casa y así la usan como búnker o la revenden. Están atemorizados. No hay presencia policial. A la noche no hay un patrullero dando vueltas. Estamos en tierra de nadie", aseguró .

A la hora de encontrar una explicación a los múltiples disparos que perforaron la puerta del centro cultural, el hombre fue al grano. "Tenemos muchos chicos que han sido soldaditos de los búnkers y hoy se están recuperando. De estar 24 horas vendiendo droga les insistimos que vengan y hoy se integraron. Les sacamos (a los narcos) una herramienta para vender. Cada vez vienen más pibes. Estamos rescatando chicos con adicciones o que fueron soldados y van cambiando su ritmo de vida. Uno ve el cambio y se están recuperando", explicó.

"Todos enfierrados"

Fabián sueña con regresar al 2015, cuando el barrio tuvo saturación de efectivos de Gendarmería. "Era un paraíso, no había un pibe en la calle, ni disparos, ni robos. Ahora es imposible, te roban, te asaltan,te balean", comparó.

Hasta los calibres de las armas han cambiando. "Acá no baja de una 9 milímetros y ametralladoras. Ya el 22 y 32 quedaron en el pasado. Hay chicos de todas las edades armados, de 16 años para arriba, están todos enfierrados", se lamenta.

Juan es un hombre de mediana edad. Es acompañante del curso de carpintería al que asisten muchos pibes. "Esto viene pasando hace mucho tiempo. Hoy te ponen un patrullero y mañana lo sacan. Hay fuerzas federales y provinciales, pero no se ha dominado la situación. Hay que trabajar bien a fondo", indicó.

En el taller de carpintería se recuperaron pibes que como zombies andaban drogados en las calles. Algunos se dedicaban al narcomenudeo. "Hoy están con nosotros y los insertamos. Somos 30 en el curso. Parece que les molesta que estemos trabajando", remarcó Juan.

Roxana es la responsable de Alas para Crecer. "La violencia es muy dolorosa. Hoy nos tocó a nosotros. El límite es que nos hieran. Somos la única institución que logró mantenerse en pie en el sur de Tablada, con muchos programas de oficios", aseguró.

"(Los narcos) Quieren ganar territorio. Pedimos la presencia del Estado. Y necesitamos que los vecinos se comprometan. Esa es la clave, que el vecino asuma su compromiso. Que se corte la cadena delictiva. Hoy nos tocó a nosotros, pero hay que ser solidarios. Tuvimos el apoyo de la Biblioteca Pocho Lepratti, Vivir y Convivir en Tablada, Tablada más Unidos y las iglesias, pero hace falta que haya más compromiso de la gente", dijo visiblemente emocionada por el impacto de la situación.