Un joven dijo haber visto a Paula con dos acusados el día que desapareció. Un sabueso de la policía halló rastros en la casa de uno de ellos.

José María Zanoni tenía 15 años cuando en 2011 trabajaba en "El viejo bar" de Timbúes. Y los domingos cumplía el rol de mozo. El 18 de septiembre de aquel año abrió el local a las 18. Y "apareció una mujer pidiendo una mesa para tres en la vereda". Diez minutos después, junto a ella, "se sentaron dos hombres".

A uno lo conocía porque era del pueblo, al otro todavía no. Supo más tarde que la mujer era Paula Perassi. La misma que ese día se fue de su casa y no volvió más. Al otro, al "alto de bigotes", lo identificaría más tarde en una rueda de reconocimiento. Los hombres serían Gabriel Strumia, amante de Paula, y Antonio Díaz, su chofer. Conversaron en el bar "unos 45 minutos y después se fueron". En ese lapso, la mujer se levantó "dos o tres veces" para ir al baño.

Declaraciones

Eso recordó ayer Zanoni sobre aquel día. Aunque las defensas mostraron al tribunal algunas contradicciones gruesas entre ese testimonio y dichos anteriores. En estos, había negado que el hombre fuera Díaz y dudara de que el otro fuera Strumia. El joven dijo que en aquél momento había cambiado su testimonio porque "tenía miedo", y que "una hermana de Díaz" amenazó a su hermana.

Durante su permanencia en la sala de audiencias, Zanoni recordó que tiempo después de aquél día lo sometieron, "siendo menor de edad", a un careo con Díaz. Hoy uno de los cuatro civiles acusados de privación ilegítima de la libertad agravada y aborto sin consentimiento seguido de muerte. En esa instancia no reconoció al hombre que tenía enfrente como el que vio en "El viejo bar".

El otrora mozo afirmó también que conocía a Mirta Ruñisky, la mujer sindicada como la responsable de practicarle a Paula el aborto. Porque vivía "a la vuelta del bar" y la hija trabajaba con él. Y que había escuchado "comentarios" sobre que la mujer hacía esas prácticas, aunque sólo hizo mención a escucharlo de una vecina de nombre "María".

Pablo Morosano, defensor de Díaz, le hizo reconocer que en otras ocasiones el testigo había dicho que no podía afirmar que el hombre al que vio en el bar era su defendido. Y que en declaraciones posteriores afirmó que "no les había prestado atención" a esos hombres y que no tenía seguridad de que fueran ellos.

"¡Busque, Hueso!"

"Hueso" era el nombre de un perro policial adiestrado para buscar rastros de personas. Fue destinado al caso Perassi cuando comenzaron la búsqueda del cuerpo de Paula. Tres policías (Analía Giménez, Ariel Carmona y Carlos Dávola) fueron quienes lo guiaron en dos ocasiones para olfatear los pasos de la mujer.

A "Hueso" le hicieron oler una prenda de Paula que les facilitó el esposo. Reconoció el 6 de diciembre de 2011 el olor en una garita de la ruta nacional 11 y en un baño de "El viejo bar". Mientras que el 10 de ese mes lo hizo en la casa y el auto de Díaz, el chofer de Strumia.

Alrededor de esos procedimientos giraron los testimonios de dos de los policías que declararon. Y las defensas hicieron hincapié en la cadena de custodia de esa prenda y su manipulación, el tiempo transcurrido entre la desaparición de la mujer y la búsqueda (dos meses largos). Y el tiempo de vida de los compuestos orgánicos que puede reconocer el perro. La defensa de Ruñisky le hizo reconocer a la oficial Giménez que, fuera de esos lugares, todos los rastreos fueron negativos, en coincidencia con lo dicho por el abogado Luis Rossini en la primera audiencia cuando afirmó que en la casa de su defendida los perros "no hallaron nada".

Allanamientos

Ya en la tarde, la subcomisaria Mariana Esther Olvieri (actual jefa de Investigaciones de la Tropa de Operaciones Especiales), quien entre 2010 y 2014 integró la División de Asuntos Internos de la Unidad Regional II, recordó que en mayo de 2014 fue convocada por el fiscal Donato Trotta. Para integrar una comisión especial para impulsar la pesquisa en torno a Perassi.

La funcionaria declaró casi cuatro horas como testigo de la Fiscalía. Y durante su exposición los defensores, en bloque, le plantearon objeciones e incidentes para cuestionar la validez de sus procedimientos. Puntualmente, atacaron los allanamientos a la Agrupación de Unidades Especial de la Unidad Regional XVII de San Lorenzo oara obtener libros con los números de teléfono y referencias de los policías acusados en el juicio. Y que participaron de los primeros pasos de la causa.

Según explicó ante el Tribunal, el objetivo de esa media era cotejar si los agentes habían mantenido contacto con algunos de los civiles imputados. Puntualmente Gabriel Strumia. Contó que su trabajo comenzó a partir de una denuncia que hizo un ex yerno de Mirta Ruñisky (declaró que en la casa de su ex suegra le habrían practicado el aborto a Paula). Lo que derivó en un allanamiento en la casa de Timbúes de la supuesta abortera. También realizó un procedimiento en el Sanatorio Británico de Rosario, donde se incautó la historia clínica completa de Perassi que se había realizado estudios ginecológicos, de sangre, radiografías y sub beta (confirma embarazo).

Fuerte denuncia

Tras parlamentar por lo bajo con sus colegas, el abogado Néstor Oroño, codefensor junto a Federico Carignano de la policía María José Galtelli, solicitó a la jueza el retiro de la testigo del recinto. Porque iba a realizar una grave denuncia que la involucraba, a lo que el Tribunal accedió.

"Quiero denunciar un delito flagrante por falso testimonio de Olivieri. Nunca existió una orden expedida por un juez para allanar la Unidad Regional XVII. No hubo secuestro de material sino copias de los cuadernos. Por lo tanto, hay falsead evidente", advirtió Oroño. El resto de los defensores no tardaron ni un minuto en plegarse. Y casi con idénticos argumentos cuestionaron la legitimidad de la prueba que incorporaba la testigo. Así lo hicieron Angelo Rossini, por Ruñisky, Jorge Bedouret por los policías Jorge Krentz y Alfo Gómez; y Enrique Sirio por Strumia y su esposa Roxana Michl.

El fiscal rebatió los planteos. Invitó a los defensores a que si no creían en la verosimilitud de la declaración de la testigo, la denunciaran en Fiscalía. Y la presidenta del Tribunal rechazó los planteos de las defensas ordenando el reingreso de la testigo.

Olivieri retomó su relato y dijo que nunca fue sola a los procedimientos, sino acompañada de sus superiores. Ante ello el fiscal le exhibió los secuestros con las copias de los cuadernos con números de teléfono y solicitó incorporarlos como prueba. Allí estaba el del comisario Adolfo Puyol, imputado en el caso.

Jorge Bedouret, abogado de los policías Krent y Gómez, también fue vehemente con la testigo. Le preguntó si tenía conocimiento de cuanto personal tenía Unidades Especiales (donde revestían sus clientes). Y cuántos estaban abocados al caso Perassi. Y le preguntó a la policía por qué había incautado el teléfono de cuatro de ellos si eran 16. A lo que la comisaria no supo qué contestar.