La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 23 de marzo cómo el “Día Mundial de la Rehabilitación” con la necesidad de destacar que las personas con discapacidad tengan acceso a tecnologías eficaces para su diagnóstico y tratamiento. La rehabilitación busca que las personas con discapacidad puedan alcanzar el mayor potencial psicológico, social, físico, laboral y educacional compatible con sus limitaciones y las medioambientales.

Alrededor de 600 millones de personas viven en el mundo con algún tipo de discapacidad, mientras que en la Argentina se conoce que más de 5 millones padecen alguna dificultad o limitación permanente según el Censo de 2010.

Entre los casos que pueden afectar el desarrollo de un chico en pleno crecimiento se encuentra la parálisis cerebral (PC), que agrupa una serie de trastornos que afectan el movimiento, el tono muscular y la postura de quienes los padecen. Estos trastornos están causados por una lesión del Sistema Nervioso Central durante el período temprano del desarrollo cerebral, que está por lo general limitado a los primeros años de vida. Es decir, que se presentan antes de completarse el crecimiento y desarrollo del cerebro, según explicó a ConBienestar el doctor Leonardo Ramallo (MN 131079), especialista en Psico-neuro-inmuno-endocrinología.

La parálisis cerebral puede ser producto de una lesión neurológica en el “período antenatal o perinatal” o también puede darse por una lesión que origine un sufrimiento al bebé durante el parto: la prematuridad o el parto múltiple. Además, hay causas postnatales de parálisis cerebral como infecciones que ocurren durante los primeros años de vida: encefalitis o meningitis.

La parálisis cerebral en cifras: el aporte de la rehabilitación

En Argentina no existen estadísticas concretas de la cantidad de chicos con parálisis cerebral, pero en el año 2000 un Consenso Argentino sobre Parálisis Cerebral estimó que de todos los nacimientos del país (aproximadamente 700.000 en ese momento), 0,25% tendrían parálisis cerebral (1500).

Los programas de rehabilitación intensiva reducen los reflejos patológicos del paciente, aumentan la fuerza, el control, la resistencia, la coordinación y la funcionalidad en un corto período de tiempo, consignó Ramallo, quien además es Director de la Comisión de Clínica Médica y Reumatología de la Asociación Argentina de Medicina Hiperbárica e Investigación (AAMHEI).

Oxigenación hiperbárica

El tratamiento de oxigenación hiperbárica (TOHB) es otra alternativa terapéutica. Se realiza con una cámara hiperbárica donde el niño ingresa y se coloca una máscara por medio de la cual respira concentraciones altas de oxígeno a una presión atmosférica superior a la normal. Es un método no invasivo, pueden ingresar acompañados de sus padres y además llevar elementos para distraerse, libros, mantas, etc.

En cada sesión, la dosis de oxígeno hiperbárico inicia la reparación de vasos sanguíneos dañados en el cerebro y mejora el flujo vascular cerebral, lo que reduce la inflamación cuando hay daño, trauma o falta de oxígeno.

La AAMHEI afirma que también puede ayudar a la formación de nuevo tejido neuronal y mejorar la funcionalidad mitocondrial (o energética) de la neurona y de ciertas células. Es decir, las células dañadas pueden comenzar a funcionar mejor y además se regenera tejido neuronal nuevo, según lo explicado por los expertos. En concreto, los chicos tratados podrían presentar mayor control de la cabeza, mejorar el contacto visual, reducir la rigidez, mantener su postura, dar sus primeros pasos con ayuda de andadera y comenzar a hablar.

Estudios previos afirman que la oxigenación hiperbárica es una dosis de oxígeno óptima y una herramienta terapéutica a tener en cuenta para mejorar la calidad de vida en la infancia y su interrelación con la familia y la sociedad.