Una persona o un niño vegetariano es aquel que se abstienen de comer carne, pescado, mariscos y productos elaborados con estos alimentos pudiendo o no incluir otros derivados animales como lácteos, huevos o miel. Los veganos son vegetarianos totales, es decir, no incorporan en su dieta ningún alimento o derivado de origen animal.

La pregunta sobre si los nenes pueden ser vegetarianos nos la hemos realizado durante años numerosos pediatras. Frente a la misma, la Academia Americana de Nutrición y Dietética nos ha dado una respuesta contundente, pues en el 2016 en su último consenso determinó que “las dietas vegetarianas apropiadamente planificadas incluyendo las veganas son saludables para todas las etapas de la vida como la lactancia, infancia, adolescencia, vida adulta, la vejez así como para los atletas”.

En los países occidentales se ha demostrado que con estas dietas los niños y los adolescentes logran alcanzar un crecimiento y desarrollo adecuados y dentro de los rangos normales para su población de referencia aunque generalmente con un índice de masa corporal menor.

Uno de los mitos más difundidos en la comunidad médica se refería a que estas dietas sin carne en su composición implicaban un mayor riesgo de padecer anemias ferropénicas, es decir, por carencia de hierro. Esto fue descartado de plano pues el riesgo es similar en los niños vegetarianos tanto como para los no lo son.

Los niños vegetarianos y veganos muestran en sus estudios de laboratorio un mejor estado antioxidante y un patrón lipídico más favorable en sangre, lo cual seguramente devendrá un futuro más saludable en su vida adulta y una menor predisposición a muchas enfermedades crónicas preeminentes en el siglo XXI.

Alimentos que conforman las dietas vegetarianas y su valor:

Legumbres
  • Las legumbres son el sustituto ideal de las carnes pues son ricas en proteínas, hierro, zinc y aportan cantidades significativas de calcio y magnesio y como beneficio adicional para la salud humana no contienen grasas saturadas ni colesterol ofreciendo. Además, tienen fibras abundantes que mejoran la función intestinal y disminuyen el riesgo de enfermedades del aparato digestivo.

Se aconseja en la infancia consumir las legumbres en pequeñas cantidades y acompañadas por verduras y hortalizas, ya que de esta manera se digieren y absorben sus nutrientes de mejor manera.

Frutos secos y semillas
  • Los frutos secos y semillas son extremadamente ricos en nutrientes especialmente proteínas, grasas de buena calidad (mono y poliinsaturadas), vitaminas (Grupo B y E) y así también minerales (hierro, calcio, zinc y selenio) además de aportar fibra y antioxidantes todo esto en volúmenes reducidos; lo cual favorece su aceptación por los niños sobretodo en los primeros años de vida.

Los frutos secos se pueden introducir en la alimentación de los lactantes desde los seis a siete meses; recordando siempre que hasta los cuatro a cinco años se deben ofrecer bien molidos y mezclados con otros alimentos o en crema por el riesgo de atragantamiento.

Leche
  • Las leches vegetales no son todas iguales en sus propiedades y beneficios. Por ejemplo la de soja tiene unos niveles de proteínas y grasa comparables con los de la vaca semidescremada. Los yogures de soja fortificados con calcio y sin azúcar se pueden ofrecer a los bebés desde los seis meses.

El resto de las leches vegetales contienen una cantidad de proteínas muy inferior; y por ello no son útiles como sustitutos de las de vaca. A partir de los dieciocho a veinticuatro meses, una vez que la dieta del pequeño se encuentra bien diversificada con un buen aporte de proteínas a partir de otros alimentos, estas leches se pueden indicar a los niños siendo las más valiosas las de almendras y las de avena.

Suplemento indispensable

El único suplemento imprescindible para todos aquellos que son vegetarianos es la vitamina B12 en forma de cianocobalamina; incluso en los ovolactovegetarianos o en quienes consuman alimentos fortificados siendo una dosis semanal de refuerzo la mejor forma de garantizar niveles óptimos de esta vitamina.