Los comerciantes dicen que es para "evitarles el trabajo de entrarlas cada noche a los mozos". Caminar el barrio ya es una odisea.

En el barrio Pichincha, las mesas y tablones del exterior de algunos bares están atornillados a la vereda o encadenados al piso. Una práctica irregular que no está contemplada por ordenanza. Uno de los titulares de estos comercios admitió la situación. "Los vamos a sacar, pero nunca nos trajo más ventas, sino que fue por comodidad del personal", admitió.

La viralización por redes sociales de las "mesas atornilladas" se da a pocos días de un nuevo capítulo en el debate por la convivencia en ese barrio. El municipio intercedió en la tensión generada entre un grupo de vecinos y los responsables de los bares. Los habitantes del lugar se quejan del desborde de público que cada fin de semana inunda las calles y veredas de este corredor gastronómico. Los controles que recién comenzaron en los últimos días.

Mediación

La Secretaría de Control propuso a los dueños de bares y cervecerías que limiten al mínimo posible la cantidad de clientes que consumen bebidas y comida en la calle y en la puerta de sus locales.

De este modo intenta reducir la conflictividad por los ruidos que produce "el factor ocupacional". Este tema involucró a la propia intendenta Mónica Fein en la problemática.

En el marco del uso del espacio público, la utilización de las mesas sumó un punto de conflicto. Hace días, el propio titular de Control, Guillermo Turrin, afirmó que ninguna norma impide que los clientes consuman en mesas, sillas y hasta parados afuera de los bares, como ocurre en muchas cuadras de Pichincha.

Sin embargo, el funcionario dijo que si bien el permiso de utilizar mesas y sillas en la vereda está en poder de muchos de los 42 bares y cervecerías de la zona, "no pueden tenerlas fijas". Es decir, pueden ocupar el espacio público "mientras estén desarrollando la actividad comercial".

Sin embargo, en el barrio proliferan los bares donde mesas y sillas están atornilladas y encadenadas al piso.

"En realidad no se puede, pero a los bulones los estamos sacando hoy (por ayer). Hay tantas regulaciones y ordenanzas relativas a los gastronómicos que por momentos uno se pierde". Esto confesó uno de los titulares de los comercios que "atornilló" las mesas las 24 horas.

Desde el sector reclamaron "las cosas más simples y menos burocráticas para saber si se puede o no".

El comerciante consultado admitió que en la decisión de dejar mesas fijas en plena vereda "no existe mala intención. Lo hicimos para evitar que el personal levante el peso del mobiliario. No es que usamos en forma indebida el espacio público, tampoco sacamos un beneficio extra, sólo les facilitamos el trabajo a los mozos", indicó.

Una costumbre

Lo cierto es que las mesas "fijas" pululan en varios bares y cervecerías artesanales de Pichincha. Al menos cuatro de ellos tienen esta modalidad. "Es una falta pequeña dentro de un montón de cosas a corregir, por eso estamos dispuestos a consensuar con el Ejecutivo y vecinos, porque creemos que siempre salen cosas positivas para mejorar. Estamos dispuestos a sugerencias", dijo el dueño de un bar.

En tal sentido, indicó que "las mesas atornilladas no representan ningún beneficio, no vendemos una hamburguesa más por dejar las mesas; esto es muy distinto al factor ocupacional".

Según estimaciones de los propios empresarios, en Pichincha hay 42 bares y cervecerías que emplean de manera directa a dos mil personas y a otras mil de manera indirecta.