Hasta ahora, existen varios estudios científicos que vinculan la falta de sueño (o su mala calidad) a un aumento del riesgo cardiovascular. Un trabajo reciente señaló que dormir menos de 6 horas diarias eleva hasta un 34% las posibilidades de desarrollar aterosclerosis. Lo que no estaba claro eran los motivos que desencadenaban un incremento del peligro.

Un grupo de investigadores del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) parece haberlo encontrado. El artículo publicado en la revista científica Nature sugiere que el sueño fragmentado altera los niveles de una hormona. Esta, a su vez, aumenta la producción de células inflamatorias en la médula ósea, lo que tiene un papel fundamental en el desarrollo de la mencionada enfermedad cardiovascular.

La investigación

Para determinarlo, los científicos analizaron roedores proclives a tener aterosclerosis (modificados genéticamente). Tras dividirlos en grupos, a algunos les permitieron dormir más y mejor que a otros. En los que sufrieron alteraciones en el sueño, se observó una mayor cantidad de placas en las arterias y una inflamación de los vasos sanguíneos. Sin embargo, no tenían diferencias en el peso o en los niveles de colesterol respecto de aquellos que tuvieron buena calidad de sueño.

La hormona que los expertos interpretan como causante del aumento del riesgo cardiovascular es la orexina. Los ratones con trastorno de sueño registraron una menor cantidad de esa sustancia en el hipotálamo (una parte del cerebro).

Esto hizo que la proteína CSF1 se eleve y agilice la producción de glóbulos blancos en la médula, lo que desembocó en una aceleración de la aterosclerosis. Lo significativo es que, cuando los científicos balancearon los niveles de la hormona orexina, disminuyó la enfermedad cardiovascular.

Palabras científicas

“Descubrimos que el sueño ayuda a regular la producción de células inflamatorias y la salud de los vasos sanguíneos. Además, observamos que su falta disminuye el control de la producción de células inflamatorias, lo que lleva a enfermedades cardiovasculares”, declaró a medios extranjeros Filip Swirski, uno de los autores del artículo.

“Además identificamos que una hormona del cerebro encargada de monitorear la debilidad también nos protege del riesgo cardíaco”, completó. A pesar de estos avances, el especialista aclaró que es necesario realizar más investigaciones para poder confirmar los hallazgos en humanos.