Hasta ahora, además de las penitenciarías para población penal general, hay unidades específicas para ancianos, para mujeres y para menores.

 

El Estado busca resocializarlos para evitar que reincidan tras los años de encierro.

El 40 y el 50% de los delincuentes de la provincia de Buenos Aires son reincidentes, según estima el gobierno. Sobre la base de los registros de ingresos y egresos en institutos de menores, comisarías y cárceles.

La nueva unidad de Campana -con capacidad para 616 internos– tendrá cuatro escuelas, otras tantas de talleres, espacios para reciclar residuos. Huertas, gimnasio y celdas con baño completo integrado.

Es, quizás, la apuesta más fuerte del Estado en la última década en lo que hace al tratamiento de los reclusos.

La Unidad Modelo para Jóvenes exigirá a quienes ingresen que firmen un acta de conformidad con su compromiso de cumplir horarios, actividades laborales, educativas, deportivas y de aseo personal.

El cupo es limitado: sólo hay espacio para 616 de los 3500 jóvenes de ese rango etario detenidos en la provincia.

Por eso, quienes no cumplan con los objetivos de resocialización serán reemplazados por otros presos que busquen adecuarse para una mejor reinserción social.

Cursos, deportes y trabajo

La cárcel tendrá en su interior una delegación del Patronato de Liberados, que actuará con sindicatos y ONG para propiciar que los convictos que cumplan con su pena salgan a la calle con trabajo.

Mientras dure la condena los presos podrán hacer rugby, fútbol, básquet, vóley, boxeo y ajedrez, entre otras actividades lúdicas.

Además podrán terminar sus estudios primarios y secundarios con un programa adaptado a personas privadas de la libertad.

Por otra parte, habrá también un programa de atención de adicciones. Con psicólogos que abordarán también enfermedades vinculadas al consumo de sustancias tóxicas.

“No hay una cárcel similar en todo el país”, dijo Vidal.