Comerciantes de la peatonal San Martín se unieron e instalaron alarmas comunitarias para advertirse mutuamente sobre el hurto piraña. Cada adherente tiene un botón de pánico que activa ante el merodeo de ladrones. El sonido de la sirena pone en aviso al resto de los dueños de los locales. Y genera un aviso inmediato para la policía que recorre las calles del microcentro.
Según los comerciantes, el sistema "funciona bien" y les ha permitido evitar más robos. Un delito que les genera enormes pérdidas económicas en tiempos de crisis, tarifazos y desplome en las ventas.
Carolina, titular de un local que vende ropa para mujeres explicó: "Esta es una alarma comunitaria que instalamos entre varios comerciantes de la peatonal".
El sonido pone en advertencia a terceros sobre la presencia de posibles punguistas. "Los tenemos claramente identificados, los hemos denunciado, la policía cada tanto los detiene, los lleva a la comisaría pero a las pocas horas están en libertad", se lamentó.
Para Carolina, lo peor es lo que viene después. "Cuando ya recuperaron la libertad vuelven a nuestros locales y nos amenazan. Así es difícil seguir apostando en un país donde parece que nada funciona. Nosotros trabajamos de sol a sol, pagamos impuestos, tarifas, generamos empleo, asumimos riesgos, denunciamos a quienes nos roban, pero salen en libertad y estamos expuestos a que nos agredan", amplió.
"Son verdaderas bandas que operan con mucha logística. Si hasta los hemos visto que cuando terminan de robar los espera en la zona un remis para volver a sus casas con lo robado", sumó.
Se trata de una modalidad delictiva que no paró de crecer en los últimos meses. Tanto que según la policía de Rosario, el promedio de arrestos "es de cuatro por día". El año pasado detuvieron a unas 250 mecheras, pungas y motochorros, de los cuales sólo una veintena quedó tras las rejas.
En calle San Luis, los referentes del corredor denunciaron que existen "bandas de hasta doce personas" que operan de manera aceitada robando locales.
La situación llevó al ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, a reclamar meses atrás "cambios que garanticen penas efectivas". Sucede que, de acuerdo estadísticas oficiales, los apresados por este delito en menos de 24 horas recuperan la libertad.
"Eso genera mucha frustración en quienes llevan a cabo las detenciones ya que el delincuente a las pocas horas vuelve a la tarea de robarle a los vecinos", dijo Pullaro.
Los casos en que quedan más tiempo en un calabozo se deben a que tienen antecedentes. En esas situaciones terminan recuperando la libertad 72 horas después.
Si ocurre una reincidencia, se puede llamar a audiencia imputativa. Pero el hurto y el encubrimiento tienen penas bajas y no son de cumplimiento efectivo.
La policía apuesta a demostrar que estos arrebatadores actúan con otras personas, dentro de una organización armada con roles. Aspiran a que la Fiscalía pueda acusarlos de asociación ilícita, modalidad que conlleva una sanción mayor.