Un trauma se puede entender como el “choque emocional que deja una impresión o daño duradero en el subconsciente”, generalmente a causa de una experiencia negativa. Con frecuencia, el cerebro reproduce, de forma involuntaria, una y otra vez las imágenes. Las mimas reviven este episodio perturbador y dificulta su recuperación.

Los científicos Aram Kehyayan, Henrik Kessler y su equipo, de la Universidad Ruhr de Bochum, podrían haber encontrado un nuevo modo de ayudar a las personas con trastorno por estrés postraumático: jugar al Tetris.

En el estudio, publicado en el Journal of Consulting and Clinical Psychology, participaron veinte adultos con un promedio de edad de 33 años.

La terapia experimental se basó en realizar una breve tarea diseñada a fin de evocar las memorias traumáticas; seguida de una sesión de juego con el popular videojuego durante 25 minutos. A lo largo de las siguientes 7 semanas, los pacientes anotaron en un diario el número de vivencias retrospectivas que padecían. Según los resultados, la aparición de éstas disminuyó, en promedio, un 64 por ciento. Asimismo, el tratamiento también aminoró los niveles de ansiedad y depresión.

¿Cuál es el secreto?

Los científicos desconocen el mecanismo exacto responsable de este efecto. Sin embargo, postulan que la primera etapa del experimento, además de reactivar la experiencia traumática también desestabilizaría su recuerdo. En segundo término, el videojuego favorecería la creación de imágenes visuales que alterarían la reconsolidación de la memoria negativa. Este hecho que evitaría su recurrencia invasiva.

A pesar del beneficio terapéutico que supone el hallazgo, Kehyayan, Kessler y sus colaboradores se muestran prudentes. Por consiguiente, prevén realizar nuevos estudios que incluyan un grupo mayor de voluntarios; y, de esta manera, permitan establecer un protocolo que los afectados puedan realizar de forma independiente.

De confirmarse su utilidad, el método resultaría sencillo, económico y ampliamente accesible. En la actualidad, la disponibilidad limitada de centros y terapeutas a nivel mundial dificulta el correcto tratamiento de las personas con trastorno de estrés postraumático.