Cada día sabemos un poco más sobre el actuar del coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19 devenida en pandemia desde marzo pasado. Al tratarse de un virus respiratorio, es normal pensar que afecta directamente a los pulmones.
Sin embargo, la información recopilada por científicos y médicos de todo el mundo, demuestra que este virus desencadena en muchos casos la afectación de otros órganos del cuerpo humano, además de generar una tormenta de citoquinas que hace colapsar los vasos sanguíneos, generando que la sangre se coagule y los órganos comiencen a fallar.
Leer también: Se realizará una campaña por el Día Mundial del Corazón en Roldán
“Como en cualquier infección grave que nos afecte, el organismo debe reaccionar y para ello debe echar mano a las reservas y a una gran exigencia de todos sus órganos vitales, entre ellos está el aparato cardiovascular, y si el mismo ya tenía una reserva funcional disminuida por comorbilidades preexistentes no puede responder acorde a las exigencias del caso”, explicó a Infobae el doctor Alejandro Hita, director del Instituto de Cardiología y Terapéutica Cardiovascular del Hospital Universitario Austral, haciendo hincapié en que las personas con afecciones médicas crónicas graves, como las enfermedades cardíacas, son más vulnerables frente al coronavirus.
Y agregó: “El virus tiene predilección por algunos órganos y, si bien en los cuadros graves el órgano más afectado es el pulmón, el corazón es otro de los órganos en los que se ha descrito una afección por el virus. La mayor incidencia de resultados cardiovasculares en COVID-19 puede estar asociada directamente con la infección o la respuesta fisiológica a la infección y el estado de comorbilidad de fondo”.
Desde que comenzó la pandemia han surgido cada vez más publicaciones en revistas científicas que alertan acerca de la posibilidad de complicaciones cardíacas en pacientes afectados por el coronavirus.
Leer también: Confirmaron 364 nuevas muertes con COVID-19 en Argentina
“En una reciente revisión de la revista Circulation, se señala que el COVID-19 se divide en 3 fases distintivas. La primera, también llamada de ‘infección precoz’, se caracteriza por una gran proliferación viral, con una duración de hasta 5 días. Luego, puede sobrevenir la segunda etapa o ‘fase Pulmonar’, donde lo característico es la aparición de una Neumonía. Si no existe una mejoría del paciente en esta etapa, el COVID-19 puede convertirse en una enfermedad severa a crítica, con la capacidad de producir un daño en el corazón como consecuencia de una inflamación llamada ‘Miocarditis’, ya sea por infiltración directa del virus en sus paredes, o en forma indirecta por mecanismos inmunológicos alterados, que generan una respuesta inflamatoria en el miocardio.
Este cuadro puede darse más frecuentemente en la tercera etapa de la enfermedad, llamada de ‘hiperinflamación’, con la posibilidad de llevar al enfermo a una Insuficiencia cardiaca y también a la agresión viral de otros órganos, como el riñón, hígado o sistema nervioso central”, detalló a Infobae el doctor Mario Boskis investigador clínico y experto en la prevención y tratamiento de las enfermedades cardíacas.
“Sin embargo, un estudio recientemente publicado en JAMA, ha reportado que el SARS CoV-2 también sería capaz de producir alteraciones en las paredes del corazón aun en pacientes con COVID positivo de grado leve a moderado. Otras afecciones del sistema cardiovascular también han sido reportadas en pacientes portadores de COVID-19, tanto en China, Europa o los Estados Unidos, como la aparición de arritmias cardíacas, formación de trombos en los vasos sanguíneos, insuficiencia coronaria o infartos de miocardio”, agregó Boskis, que es miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), Fellow del American College of Cardiology (FACC) y dirige su propio centro médico.
Leer también: ¿Nueva ruta de acceso para el coronavirus?
Las patologías cardiovasculares preexistentes identificadas que exponen al paciente a mayor riesgo si se infecta por COVID-19 son:
- Insuficiencia cardíaca
- Deterioro en la fracción de eyección del corazón
- Miocardiopatía dilatada
- Miocardiopatía hipertrófica
- Enfermedad coronaria y valvular (angina, infarto, angioplastia previa, cirugía cardíaca)
- Displasia arritmogénica del ventrículo derecho
- Cardiopatías congénitas cianóticas
- Los pacientes con Síndrome de Brugada tienen más riesgo de desarrollar arritmias debido a la fiebre y los que tienen QT prolongado debido a efectos adversos de las medicaciones.
Enfermedad cardiovascular y pandemia
“En el contexto actual de pandemia y aislamiento social, han ocurrido simultáneamente dos fenómenos. Por un lado, cambios en la alimentación, actividad física y consumo de alcohol que no son saludables. Y por otro, una postergación de algunas visitas médicas que son necesarias para la prevención cardiovascular. Paralelamente hay información acerca de que las personas con síntomas atribuibles a problemas cardiovasculares han retrasado su consulta o no han realizado con consecuencias adversas para su salud” aseguró Kopitowski. Y, sobre los hábitos para prevenir las enfermedades cardiovasculares explicó: “Una gran proporción de estas muertes podría evitarse con una alimentación saludable que reduzca el consumo de sal, con ejercicio físico y evitando el consumo de tabaco”. Para esto, es necesario que en todos los estados se promuevan y faciliten estilos de vida saludable y el acceso a alimentos frescos y naturales, así como también entornos seguros para la actividad física y una vida libre de humo de tabaco.
El doctor Hita afirmó que “es esencial continuar con el cuidado de nuestra salud cardiovascular. Debemos tratar de mantener una rutina diaria, cumplir algunos horarios de normalidad, alimentarnos sanos e incluso con alimentos que generan protección inmunológica como las frutas secas, la dieta mediterránea, los cítricos, el pescado y las verduras, y realizar al menos una hora de ejercicio diario”. El especialista concluyó que los avances en el área han permitido identificar los factores de riesgo para trabajar sobre ellos: diabetes, hipertensión, obesidad, sedentarismo, tabaco y grasas, junto a los tratamientos médicos, por lo que “discontinuar o suspender el mismo es casi una práctica suicida”.
Fuente: Infobae