El 11 de febrero de 2012, una noticia conmocionaba al mundo de la música y del cine: habían encontrado sin vida a la cantante y actriz Whitney Houston en la bañadera de un hotel de Beverly Hills.
Aunque al principio se presentó como una muerte accidental, el análisis toxicológico forense concluiría que “la muerte se debió a un ahogamiento debido a los efectos de enfermedades cardíacas y el uso de cocaína”.
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Terminaba así, abruptamente, la vida de una mujer cuya voz había era la banda sonora de aquellos que habían vivido las décadas de 1980 y 1990.
Solo tres años después, su única hija, Bobbi Kristina Brown, moriría de forma similar: ahogada tras consumir alcohol y drogas. Y en 2020, Nick Gordon, el exnovio de Bobbi, moriría de sobredosis de heroína.