L-Gante sigue haciendo bailar a su público sin importar la hora, el momento ni el lugar. Mientras en el área judicial se dirime su pleito con el representante del youtuber Yao Cabrera, el creador de la cumbia 420 continúa enfocado en su carrera.
De gira por la Costa Atlántica, Elián Ángel Valenzuela, tal su verdadero nombre, se presentó en la madrugada del jueves en Pinamar. No conforme con dar su habitual espectáculo, el músico se dispuso a seguirla hasta bien entrada la mañana. Y esto provocó una inesperada reacción entre sus vecinos.
Todo quedó documentado en las historias de Instagram que fue subiendo el músico oriundo de General Rodríguez. Allí se puede ver el furor que provoca el artista en cada uno de sus pasos, donde las multitudes se acercan para saludarlo o pedirle una fotografía.
😎 #LGante tiró la casa por la ventana en #Pinamar
El músico hizo un after al que se sumaron todos los vecinos de las casas aledañas.
Fuente: (Instagram). pic.twitter.com/n2zz3NUwOl
— AMBA 24 (@amba24noticias) January 7, 2022
Luego del trajín por la actividad nocturna, el músico regresó con su pareja Tamara Báez y un grupo de amigos a la casa que alquilan, pero estuvo lejos de irse a dormir. Primero degustó unas hamburguesas, luego disputó unos partidos de fútbol en la Play Station, y por último formó parte del after que se estaba celebrando en el patio de su casa con salida a la playa.
El músico abrió la puerta y no quiso perderse lo que ocurría ahí afuera. Un DJ marcaba el ritmo desde una computadora y más de un centenar de chicos y chicas bailaba al compás de la música de L-Gante. En ese momento, el reloj marcaba las 6.53 y el sol ya se asomaba con fuerza en el cielo de Pinamar que no mostraba ni una nube. Cada uno lo disfrutaba a su manera, hasta que el músico sorprendió a todos con una revelación.
“Se sumaron los vecinos”, celebró Elián de repente y enfocó con su cámara hacia otro ángulo de la fiesta, esta vez hacia el patio que conectaba con otras casas. Allí se veía a un grupo de jóvenes que seguía bailando al compás de la música, y de fondo dos vecinos, que lejos de quejarse por los ruidos molestos, optaron por engancharse a la fiesta. Claro que en vez de vasos con alcohol o latas de bebidas energizantes, prefirieron tomar mate. Eso sí con lentes oscuros y moviendo el cuerpo al compás del ritmo.